La noble familia del minero
aislada, sufrida y golpeada
vive rogando y esperanzada,
tenerlo con vida, al terminar la jornada.
Hipoteca su salud y su vida, si es necesario,
arriesgando su existencia en cada ocasión.
Sobrevive él y los suyos con un ingreso precario,
ofrenda lo mejor de su vida con vocación.
Mientras la ciudad duerme, en infinita calma
el frío de la noche nortina, le cubre el alma.
En la mina, el obrero y el empleado, sin descanso labora
el frío, la contaminación y el cansancio, su vida devora.
De noche, de día, el minero no descansa
cada jornada, madruga y de noche se levanta
con voluntad, comprometido, el esforzado minero
a su labor siempre responsable, se entrega por entero.
El minero le gana,
al aislamiento y al sudor
cada día se enfrenta
ante la soledad y el dolor.
Separado de sus seres queridos
con calma infinita
por su sacrificio y noble entrega
su vida por su nobleza, es la más bonita.