Se siente una paz infinita
cuando tenemos que partir
cuando los familiares azumen
que es conveniente dejarnos ir.
Los familiares cercanos
con sobrecogedora emoción
te acarician las manos
le piden a Dios por tu perdón.
Por las faltas tuyas y de ellos
ruegan al divino creador
imploran perdón y clemencia
ante nuestro único, Gran Señor.
Los creyentes se aferran
ante la Cruz del Salvador
se persignan y prometen
todos, portarse mejor.
El difunto ha dejado de luchar
él esta convencido
que otra vida, pronto va a comenzar
ya no se sienten sus latidos.
Lo que aprecias y lo que acumulaste
en esta vida terrenal
tus dolores y todo por lo que luchaste
se quedan, te vas como todos, desnudo igual.
Sobre la camilla helada
nos depositan con cuidado
se va nuestro cuerpo muerto
esta vida, se ha terminado.
La nieve entra en tu carne
el frío corroe tus huesos
el cansancio te abandona
ahora nos cubre el relajo de los muertos.
De esta vida te vas
sin nada de este mundo
ni la riqueza, ni la pobreza, ni el poder
logran evitar que tengas que desaparecer.
Cuando la vida, llega al final
debemos estar confesados
es la mejor forma de terminar
habiendo sido perdonados.