La madre comprometida, hipoteca su vida
entrega sus días sin pedir recompensa
dedica tiempo, fuerzas y trabajo
para ver crecer a su descendencia.
Desde que nacemos, nos cuida el sueño
desde que nacemos, de su vida somos sus dueños
las necesidades fisiológicas y el alimento
las cubre con amor, así nos deja contentos.
Despierta pensando en su magna misión
los avances de sus hijos la llenan de satisfacción
cada tropiezo lo azume con dolor
no hay problema que la detenga, en su apuesta mayor.
Si se enferma, sigue laborando
porque sus hijos la están esperando
su entrega, su dedicación y su sacrificio
no le permite distraerse o tener vicios.
No descansa, lavando la ropa
limpiando y preparando la sopa
trabaja, trabaja, se olvida de ella
la inspira sus hijos, sus adorables estrellas.
Entregando su tiempo y con energía cocinando
preparando comidas y la casa ordenando
nos atiende sin tregua, desde que amanece
no se percata que su vida se desvanece.
Aunque enferma, tenga que madrugar
nadie la reemplaza en su lugar
solo ella conoce, como agradarnos
es ella la que nos incentiva a superarnos.
Con los años, su vida se deteriora físicamente
por su convicción, puede seguir siendo eficiente
el incentivo que tiene es vernos crecer
por su desgaste pronto la dejaremos de ver.
Madre querida, madre amada
lo mereces todo, eres nuestra Ada
desde hoy prometo, como hijo ser el mejor
estaré a tu lado, hasta que te llame Nuestro Señor.