Cada mañana despierto, con dolores
medio orinado y con malos olores
me cuesta distinguir lo que veo
ya no puedo entender ni lo que leo.
Me prohíben “sal”, consumir
me sube la presión y me puedo morir
no puedo oler o tomar un vinito
impide el efecto de los remedios, en los viejitos.
Vivo arropado, ahora uso doble pijama
scaldossono, guatero y estufa cerca de la cama
no sé porque me abrigan tanto
tal vez voy a llegar cocinado, donde los “Santos”
Si voy al baño, debo apurarme
así corriendo, no alcanzo a bañarme
después me critican, porque no ando como ellos quieren
con su comentarios, con sus miradas, mucho más me hieren.
Mis salidas y actividades, diariamente permitidas
son sin trascendencia, rutinarias, aburridas
debo arreglar la cama del perro, en un rincón
pasear por el patio y tomar sol en el balcón.
Con suerte, me mandan a comprar
como siempre “cuidado”, no te vayas a resbalar
compro tres papas , dos cebollas y un ajo
es la salida de la semana, para mi relajo.
Los días buenos, me autorizan a mirar por la ventana
bien abrigado, con bufanda o acostado en la cama
no debo caminar mucho, porque es riesgoso
me puedo alterar y me recetan mucho reposo.
Puedo dar una vuelta por el comedor
con bastante cuidado, voy a estar mejor
para distraerme y hacer ejercicio
debo caminar, pensar, sin practicar ningún vicio.
Mis últimos días, los vivo encarcelado
nadie sabe lo que sufro, en este estado
los más cercanos creen, que esto es muy bueno
no se dan cuenta que esta vida aburrida, no merecemos.
Mis hijos no me visitan, tienen mucho que hacer
están trabajando, están cumpliendo con su deber
mi esposa se esfuerza pero, ya está achacosa
no alcanza a ser como antes, la mujer hacendosa.
Creo haber entregado, mucho a mucha gente
parece que el aporte, no fue lo suficiente
ahora que estoy enfermo y terminado
esa mucha gente, me tiene olvidado.
Trabajé ochenta y hasta noventa horas semanales
por años, para tenerles sustento, leche y pañales
no me arrepiento del sacrificio que hice de corazón
el abandono en que vivo me enseña una dolorosa lección.
La soledad es un estado cercano y no deseado
debemos prever, para vivir un final acomodado
de nosotros depende una vejez con menos problemas
si ahorramos y cuidamos la salud viviremos con menos penas.
Esta lección por años, le ha pasado a casi todos
debí hacer algo para cambiar, el actuar de este modo
los agradecidos, deben responder, reconocer y colaborar
debí imaginar que a mí también, me iba a pasar.
Esta injusta ley de la vida, se puede corregir
si tú y todos trabajan, para conseguir
que la actual y futuras generaciones, tomen conciencia
que debemos ser solidarios y así purificar la descendencia.
Los ancianos necesitan ayuda, de formas variada
abrigo, cariño, palabras de afecto y no ser olvidada
alimentos, compañía, respeto, facilidades, consideración
si se los otorgamos, estamos formando una mejor nación.
Mejor no hablemos de mi jubilación
trabajé más de cuarenta años, con previsión
los administradores de fondos previsionales
en el juicio final, no tendrán perdón.
La justicia divina, no puede ignorar,
la inmoralidad de estos delincuentes
por lo que han hecho, los deberá castigar
a ellos, a sus colaboradores y a sus descendientes.
Con ese sistema canallesco, sistema maldito
vivimos los últimos años, pobres, todos los viejitos
el creador del sistema y los que lucran con el
roban y roban, para que ellos y familiares vivan como rey.
Algún día pagarán, por las leyes creadas por ellos
que a todos los que laboran, hundieron hasta el cuello
leyes que les permiten hurtar, los ahorros de los trabajadores
la pobreza nos consume, por culpa de esos malhechores.